Click acá para ir directamente al contenido

Viernes 30 de diciembre de 2005

Discurso Ceremonia de Ascenso de Almirantes

Imprimir artículo A+ A-

Concurrimos hoy, a esta ceremonia de investidura para distinguir a dos Contraalmirantes, dos Comodoros y tres Capitanes de Navío, quienes por disposición del supremo Gobierno vienen a conformar el selecto grupo de Vicealmirantes y Contraalmirantes, respectivamente, de nuestro Alto Mando Naval, pasando a constituir de esta forma, parte comprometida del quehacer y del destino Institucional.

La distinción señalada, resulta muy trascendente debido a las obligaciones y responsabilidades que el ostentar estos grados impone en procura de alcanzar los más altos objetivos institucionales. Ustedes y sus respectivas familias, han sido distinguidos con el privilegio de poder servir con intensidad y compromiso a una Institución que se enorgullece de las dotaciones que posee y del rol que el Estado le asigna, en la convicción que nuestra historia respalda y da contenido a los principios y valores que nos guían.
El motivo que nos convoca entonces a esta ceremonia reviste un alto significado para la Armada, por cuanto recoge la esencia misma de la carrera naval y representa el justo reconocimiento, a un selecto grupo de Oficiales que han alcanzado, por sus destacados méritos profesionales y personales, los más altos grados de la jerarquía naval.

El arribo al rango de oficial general no es casualidad del destino. Se llega a el como resultado de un desempeño ejemplar en los variados ámbitos del quehacer de un oficial de Marina, no sin antes haber tenido que vencer numerosos desafíos, variadas dificultades y también algunos sinsabores. Por lo tanto, resulta un momento de especial trascendencia para los Oficiales que son investidos con dichos grados esta circunstancia, como también lo es para la Institución, que valora el sacrificio y la entrega profesional de cada uno de ustedes y que los hace merecedores de este reconocimiento.

Por ello, para este Comandante en Jefe es particularmente grato felicitar a los Contraalmirantes Señores Gudelio Mondaca Oyarzún y Mariano Sarratea Saint-Lawrence por su ascenso a Vicealmirante y por la condecoración "Orden al Mérito Naval" en el grado de Comendador, que tendré el honor de imponerles. De la misma manera, congratular a los Comodoros Señores Jorge Davanzo Hyslop y Felipe Carvajal Carvallo y a los Capitanes de Navío Eduardo Troncoso Unwin, Enrique O'reilly Merino y Jaime Vidal Figueroa, por su ingreso al Almirantazgo, lo cual será materializado con la entrega del sable de Almirante, símbolo de su nueva investidura.

Alcanzar los más altos grados dentro de la carrera naval e integrarse a la alta dirección de la Institución, junto con constituir motivo de satisfacción y prestigio, conlleva como es sabido, el más alto compromiso individual, así como mayores exigencias y desvelos. Nuestro personal y la sociedad esperan de quienes ostentan el galón doble ancho, en todo instante un servicio siempre orientado a privilegiar los más altos intereses institucionales y sus mejores destinos.

Tengo la plena convicción que los distinguidos Oficiales que hoy ascienden se encuentran capacitados y preparados para obtener óptimos resultados en las importantes funciones que a partir de este momento asumen. Sólo quiero recalcar en esta feliz ocasión, algunos aspectos que deseo sean centro de gravedad en vuestro desempeño futuro.

Chile no está ajeno al fenómeno de la globalización, la denominada postmodernidad y el mundo de la imagen han generado cambios, en general, rápidos y, hasta cierto punto con características de definitivos en la sociedad. Lo anterior, demanda de la Institución y de sus Almirantes el ejercicio y practica de tres elementos fundamentales en el cumplimiento de sus tareas: el liderazgo, la justicia y la flexibilidad.

¿Que se entiende por cada uno de ellos? Liderazgo, del gran número de definiciones sobre este concepto me quedo con la más genérica, es decir, "liderazgo es el proceso de influencia en las personas para lograr las metas deseadas". Estimados Almirantes, para ser un buen líder se requiere inteligencia, poder de convencimiento, integridad, imparcialidad, capacidad para innovar y, sobre todo, incorporar mucha sensibilidad, dado que para dirigir a un grupo de personas y lograr ser respaldado, es necesario motivar a los dirigidos, estimulándolos para alcanzar las metas deseadas.

El liderazgo además exige cercanía, confianza, conocimiento profesional, sabiduría con humildad y, especialmente, calidad humana para aplicar con acierto y criterio las palabras adecuadas a los escenarios individuales iluminados por los valores, que nos son propios.

El segundo elemento al que deseo hacer referencia es la justicia. Pocas cosas hay tan atractivas como ser justos. Justo es el que obra según justicia y razón, y justicia es la virtud que inclina a dar a cada uno lo que le pertenece, según la definición clásica de justicia desarrollada por Santo Tomás de Aquino. En otras palabras, lo que a una persona le corresponde; lo que es de ella; a lo que la misma tiene derecho. Dichas acciones, que están dirigidas a asegurar a una persona lo que le es propio, constituyen la conducta correcta.

Al respecto, en una Marina disciplinada, jerarquizada y unida, en el que sus integrantes practican el compañerismo, la lealtad y procuran dar el ejemplo constante, donde se requiere autoridad y respeto y se exigen renuncias y sacrificios, la ausencia de justicia es inaceptable y además indeseada. En consecuencia, procuremos siempre que la justicia prevalezca por encima de todo.

El tercer elemento que he estimado conveniente destacar es la flexibilidad, entendida como el ánimo, genio o capacidad que tienen los individuos para percibir que muchas cosas en la vida, no son sólo blanco o negro, existiendo áreas grises difíciles de clasificar, en las que además de enfocarlas desde nuestro particular prisma, es conveniente ponerse en la perspectiva de la contraparte.
Estimados Almirantes, la flexibilidad también significa estar atentos a percibir las señales que envía el entorno sociopolítico hacia la Institución, especialmente aquellas señales acerca de qué espera de una Marina que busca participar activamente en la sociedad chilena del siglo XXI. En consecuencia, debemos tener la necesaria flexibilidad para ser capaces de profundizar todos los efectos de nuestras decisiones, evitando la tendencia a concentrarnos solamente en lo que respecta a nuestro propio ámbito de responsabilidad particular.

La cultura naval que opera en el interior de la organización estará en consonancia con la propia sociedad, siendo representativa de la cultura nacional, en la medida en que preste la atención necesaria a lo que sucede en el medio externo.

Estoy conciente que no es fácil a veces cambiar estructuras y costumbres arraigadas por décadas, pero en ciertos casos, será necesario readecuar las nuestras, utilizando en la mejor forma, por ejemplo, las herramientas comunicacionales y tecnológicas que nos provee la modernidad, buscando persistentemente, además de proyectar a la Institución, alcanzar la eficiencia operacional y administrativa que posibilite un mejor empleo y soporte logístico del poder naval y de cada una de las funciones que la Marina ejecuta en contribución al desarrollo de nuestra patria.

Por ello, liderazgo, justicia y flexibilidad, son tres conceptos que han estado ligados a vuestra larga experiencia profesional y a vuestro aporte a través de cada una de las destinaciones por las que han transitado y hoy, vengo a demandar su profundización y puesta en práctica en los nuevos desafíos que les impondrá la Institución acorde a la nueva investidura.

Pero también, la Institución, para el cumplimiento de sus responsabilidades, debe ser capaz de identificar los principales cambios sociales así como las señales regionales y mundiales que se transformaran en tendencias y que influirán directamente en la situación de la Marina.

Un Almirante constituye la cara de la Institución frente a la sociedad. No deben olvidar que la Armada es de todos los chilenos. Esta frase tiene sentido profundo en la medida que seamos adicionalmente consecuentes y coherentes en el pensamiento y en el actuar y ustedes son los llamados a hacerla realidad. Significa en lo concreto que desarrollamos todo nuestro quehacer para ayudar a avanzar al país en la senda de progreso que se ha definido, sin miramientos y discriminaciones, con generosidad de alma y con sinceridad de espíritu.

Se espera asimismo, de nuestra parte eficiencia en el uso de los recursos puestos a nuestra disposición y la sociedad espera, de alguna manera, poder constatar que esa eficiencia se alcance. En este sentido es un deber mantener, cada uno en su nivel, un permanente y fluido enlace con los estamentos de la sociedad que sean necesarios. Para ello, cada vez que deban emprender una actividad, dediquen tiempo a imaginar cómo pueden darla a conocer a la comunidad. Con ello, la Institución crece, se prestigia y se proyecta.

Distinguidos Almirantes que hoy ascienden, sepan que asumen nuevas responsabilidades; pasar a constituir el grupo asesor más importante con que cuenta este Comandante en Jefe para la dirección de la Armada es un privilegio que no acepta equívocos y para ello resulta determinante conocer y asegurar la visión de las necesidades de la Institución, pero prioritariamente deben comprender a cabalidad la realidad que enfrenta la Institución en la sociedad en la cual está inserta y sirve. La mayor fortaleza de nuestra Marina debe ser la calidad de su Alto Mando, para así transmitir con solidez a nuestros subalternos confianza, cohesión, lealtad, valor y disciplina.

Queridas María Inés, Gabriela, Sandra, Kathy, Marcela, Andrea y Helbia: la Marina y por supuesto el Comandante en Jefe que habla, les agradece todo lo que han hecho para ayudar y, porque no decirlo, permitir que sus esposos estén aquí, siendo merecedores de este reconocimiento. Quisiera pedirles un nuevo esfuerzo. Ustedes también, aunque no lo quieran, a partir de este momento serán miradas de manera diferente. Lo que hagan o digan o dejen de hacer o decir, será interpretado teniendo presente su condición de esposa de un Almirante. No pierdan ni la sencillez ni la calidez que les ha caracterizado. Al contrario, ocupen todas sus innumerables capacidades para ayudar a que sus esposos y nuestra Marina pueda seguir siendo la Institución querida y respetada que nos entregaron nuestros antecesores.

Ustedes, con la sabiduría propia de mujer, pueden aportar antecedentes que ayuden a hacer más humana aún, la conducción de nuestro personal. Con su cooperación en la Fundación Blanca Estela, por ejemplo, motivarán a otras señoras de Oficiales a ser parte de una causa justa, como lo es el ayudar a que nuestro personal encuentre el apoyo institucional necesario en los momentos de mayor aflicción.

Queridas amigas y distinguidos Almirantes, la Marina se complace en contar con un nuevo grupo de Oficiales que accede al Almirantazgo. Son hombres destacados, tanto en lo profesional como en lo personal y familiar, lo cual nos hace ver con optimismo el futuro institucional, alegrémonos por ellos y deseémosles éxito en este nuevo desafío de su carrera naval.

Este Comandante en Jefe, junto con felicitarlos, les expresa de la manera más afectuosa, que está seguro de sus capacidades para responder al desafío asignado, permitiendo con ello que sean un aporte sustantivo al éxito de la Marina en los escenarios futuros.

Muchas gracias y que Dios les bendiga.

Valparaíso, 30 de diciembre de 2005