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Jueves 2 de octubre de 2008

Aniversario tragedia del Leucotón y Janequeo

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En la Bahía de Manquemapu se recordó la tragedia protagonizada por el "Leucotón" y el "Janequeo" hace 43 años.

Bahía de Manquemapu. Dirección de Comunicaciones de la Armada. Un nuevo Aniversario en conmemoración a la tragedia protagonizada por el Leucotón y el Janequeo hace 43 años, se efectuó en la Bahía de Manquemapu el 30 de septiembre. La ceremonia fue presidida por el Comandante del Distrito Naval de Chiloé, Capitán de Navío Pablo Müller Contreras.

En la ocasión, se hizo un responso en recuerdo a los mártires, entre los cuales se destaca el Marinero Mario Fuentealba Recabarren, quien dio su vida rescatando a sus camaradas.

Dentro de las actividades que se desarrollaron, se realizó un operativo cívico en el cual participaron personal de la Estación Naval de Puerto Montt, del Policlínico Naval y de la Gobernación Marítima de esta ciudad. Durante el operativo se dio atención dental a los habitantes de la localidad, junto a trabajos de carpintería y electricidad. En la realización de las actividades se contó con la participación entusiasta de los pobladores de dicha comunidad.

 

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En la ocasión, se efectuó un responso en recuerdo a los mártires.

Historia de la tragedia

Hace 43 años la Patria chilena se conmovió por la pérdida de dos naves de la Armada, la muerte de muchos de sus hombres y la heroicidad de dos de ellos que ofrendaron sus vidas en rescate de sus compañeros. (Jesús dijo: "Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos").

En aquel agosto de 1965 una gran parte del territorio estaba bajo los temporales de viento y lluvia, en especial el largo litoral frente a la inmensidad del océano Pacífico, que no se portaba como tal.

El patrullero "Leucotón" estaba en Talcahuano para remolcar al ferry-boat "Alonso de Ercilla" que servía en el canal de Chacao. Por las condiciones reinantes, el transbordador debió quedarse en ese puerto naval. El "Leucotón" debió seguir rumbo al sur para reabastecer los faros, una de las difíciles misiones que le correspondían. Sufrió, sin embargo, un grave calentamiento en sus motores, por lo cual se dirigió a la caleta Lliuco, en la Bahía San Pedro, más o menos a 60 millas al sur de Corral. En ese lugar escogido, cercano a la costa, la marejada maniobró malamente al buque, varándolo atravesado, de costado, sobre un fondo arenoso que lo aceleraba el sedimento de un pequeño río cercano.

 

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Imagen correspondiente al "Janequeo".

El "Janequeo" llegó en maniobras para ayudar al "Leucotón", no obstante sus propios fuertes cables se enredaron en varias vueltas en su hélice, impidiendo el libre juego de moverse y todas las acciones fueron inútiles. Por tal causa, el "Cabrales" tomó la ayuda del "Leucotón".

El día 15, en la amanecida arribó el "Casma" para remolcar al "Janequeo" pero nuevamente las marejadas lo impidieron. Así, la nave, como enredada por un pulpo de acero, comenzó a garrear hacia la inmensa roca Campanario.

Un tripulante del "Leucotón", actual profesional universitario, Hernán Uribe, rememora que, al ver la muerte tan cerca, muchos lloraban, tragedia que se intensificó al observar hombres nadando, que intentaban asirse a las rocas y que cansados, caían nuevamente al mar, así como cadáveres que pasaban por el entorno.

Hubo, sin embargo, dos marinos heroicos que rescataron a varios camaradas ofreciendo sus vidas por ello.

 

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pie de foto

En aquel día de muerte, el 15 de agosto, los vientos parecían soplar de todas partes, mientras los marinos del "Leucotón" escarban con llanto la mar, y los náufragos heroicos del "Janequeo" desaparecían, tal vez, visualizando en imágenes el transcurrir de todas sus vidas.

Pero el cielo iluminó a dos hombres que tenían una alternancia de amor solidario entre sus corazones y sus mentes. Y no titubearon al ver el cuadro de horror vivido por sus queridas naves y la agonía de sus compañeros.

El Cabo de Máquinas Leopoldo Odger Flores se lanzó a las heladas aguas del mar para tratar de salvar a otros marinos de la Patria. Así pudo salvar al Cabo Juan Espinoza Montiel, en su primera incursión; luego, en su segundo intento heroico logró salvar al marinero Osvaldo Calderón Mancilla; pero agotado en su tercera brazada para salvar a otra vida, el cielo, la tierra y el mar se conjugaron para que descansara en paz.

El Marinero 1º Mario Fuentealba Recabarren, un muchacho de 21 años de edad, tripulante del "Leucotón" y quien hacía tres años había recibido la Medalla del Valor por salvar a una persona en el mar, ahora se lanzaba a las aguas a costa de su propia vida. Fue el primero en integrar una partida de salvataje que desembarcó, por medio de un cable a tierra, para auxiliar a los marinos de la "Janequeo". En esta acción debió socorrer a un marino que cayó al agua, logrando salir después de varios minutos en estado inconsciente, siendo atendido por los lugareños. Una vez repuesto, decidió consagrar su vida al rescate de sus camaradas de la "Janequeo", logrando salvar a cuatro marinos, siendo arrastrado por las olas en el momento en que puso a salvo al último.

 

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Mario Fuentealba Recabarren era una persona de aspecto muy frágil en lo físico, de 1,67 metros de estatura y 59,5 kilos de peso al ingresar a la Escuela de Grumetes.