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Martes 14 de julio de 2020

Estrecho de Magallanes: 500 años y su futuro

En este siglo XXI, el cambio de eje oceánico se ubica en el Pacífico y en ese contexto, el Estrecho de Magallanes nos ubica como un actor internacional tricontinental, siendo el vértice del triángulo América-Antártica y Asia-Pacífico.

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En el año 1519 el Imperio Ultramar español iniciaba diversas empresas de exploración que iban a cambiar el devenir de la historia del mundo, ésto en medio de una serie de disputas y negociaciones diplomáticas que habían logrado una paz relativa en Europa tras más de siete siglos de ocupación musulmana de la península ibérica y la reestructuración de alianzas entre reinos que cimentaba un nuevo panorama político, en donde se dio espacio para aplicar distintas tecnologías para las nuevas exploraciones marítimas.

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Representación del Nao Victoria ingresando al Estrecho de Magallanes (Crédito: Tomás Mazón @ruta_elcano)

El tratado de Tordesillas había dividido espacios geopolíticos entre los reinos de España y Portugal; sin embargo aún quedaban muchos espacios y disputas pendientes; el mundo aún tenía que ser explorado y sus dimensiones geográficas recorridas.

Fue natural que el desarrollo de esta empresa se realizara por el mar, precisamente porque éste había marcado límites, pero que en el contexto de avances tecnológicos en navegación y la perspectiva del hombre moderno, esta empresa conllevaba una actitud de ilusión y desafíos frente a un mundo que, si bien ofrecía riquezas materiales, daba la oportunidad de trascender al tiempo y el espacio, con la gloria de historias en tierras desconocidas y nuevos mundos.

De esta manera, llegar a las “Islas de las Especias” fue un objetivo fundamental para el Imperio español, buscando un nuevo paso por el oeste que permitiese evitar conflictos con Portugal y a su vez explorar los nuevos territorios. 

Fernando de Magallanes seria el líder de esta nueva empresa, concertando a hombres notables como Juan Sebastián Elcano y Gonzalo de Espinosa, reflejos de una pasión y época 

 

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Los mapas de la época nos muestran a un mundo por descubrir, en donde el desafío era inmenso (Crédito: Tomás Mazón www.rutaelcano.cl )

en donde todo parecía posible. La expedición no estuvo exento de problemas, naufragios y motines entre los más de 239 tripulantes que en septiembre de 1519 zarparon en 5 naos desde Sanlúcar de Barrameda, en las orillas del Río Guadalquivir en España, retornando tres años más tarde solo 18 de aquellos miembros de una historia épica.

Es de esta manera los territorios explorados fueron entrando al conocimiento del mundo y ésto fue por el mar y su proyección que aun hasta el día de hoy permite tener un flujo constante del transporte y la interconexión del mundo, pues aquellos hombres pioneros en los actuales territorios que hoy son Chile, no tan solo descubrieron el Estrecho que une el Atlántico con el Pacífico, sino además la ruta esencial natural que recién en el siglo XX sería desplazada, en parte, por la construcción del Canal de Panamá.

El Estrecho de Magallanes fue el paso que distintos rivales del Imperio español utilizaron para llegar a las costas de la entonces Capitanía General de Chile y otros Virreinatos; su poblamiento y defensa sería por lo tanto necesaria y diversos intentos que llevarían a desventuras de cientos, como es el caso de la Ciudad Rey  Don Felipe, colonización que a pesar de las inmensas capacidades empleadas, culminó en un trágico final, que el corsario ingles Thomas Cavendish bautizaría como “Puerto del Hambre”.

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La toma de posesión del Estrecho de Magallanes es uno de los hechos más importantes en la historia nacional (Crédito: Memoria Chilena)

En los albores de la República, la visión del Libertador General Bernardo O´Higgins tuvo en las lejanas tierras magallánicas un enfoque especial, lo que no fue posible de concretar en aquellos primeros años de vida independiente de Chile; pasarían un par de décadas para que en 1843 el Presidente Manuel Bulnes diera la orden definitiva para la  expedición que realizaría la toma de posesión del Estrecho de Magallanes, adelantándose a aspiraciones de potencias coloniales como Francia, la cual vio frustrada sus aspiraciones al ver aquel puñado de chilenos que habían enarbolado el pabellón nacional a orillas del estrecho.

Este acto de soberanía efectiva conllevó un devenir fundamental en su progreso y desarrollo, permitiendo que a fines del siglo XIX fuese una ruta consolidada dando origen a ciudades y una dinámica comercial internacional, fortaleciendo no tan solo el paso sino el rol de nuestro país en el sistema internacional, siendo fundamental los estudios hidrográficos que la Armada de Chile realizó y sigue realizando para una navegación segura, iluminando con faros y orientando con boyas la ruta de aquellos que hoy ingresan al Estrecho de Magallanes y navegan por los canales australes.

Esta realidad geopolítica vislumbró una serie de capacidades multidimensionales, en donde la zona austral y Estrecho de Magallanes han sido consideradas como núcleos de progreso y desarrollo. Es así como el Comandante en Jefe del Ejército, General Don Ramón Cañas Montalva, quien sirvió largamente en Magallanes durante su carrera militar,  ya en 1930  afirmaba que se debía entender nuestro rol en el mundo, señalando:  “proyectemos la grandeza de Chile fortaleciéndonos en el Pacífico Sur Antártico”, incorporando diferentes elementos que habían estado presente en el pensamiento estratégico nacional, vinculando el rol de Chile como nación esencialmente marítima y con un importante rol en la Antártica, pero también viendo la proyección hacia el Asia-Pacífico, lo cual evidentemente “haría variar favorablemente la situación geográfica relativa, frente al nuevo gran desafío del Pacífico y el papel que se debía asumir en esta nueva era”.

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El General Ramón Cañas Montalva ya vislumbraba en la década de 1930 una proyección de Chile al Asia-Pacifico y la Antártica, sentando importantes bases (Crédito: Academia de Guerra del Ejército de Chile)

Teniendo en mente esa visión marítima del General Cañas Montalva, pero con una aproximación contemporánea desde la Oceanopolítica, el Estrecho de Magallanes se constituye como la conformación geográfica natural de un entorno bi-oceánico, donde Chile y la Región de Magallanes actúan como bisagra entre los dos océanos que han marcado el devenir de la cultura occidental en los últimos siglos. El Atlántico, como eje central del mundo del siglo XX, influenciado por la Europa de post-guerras y el dominio del comercio entre la América dominada por los Estados Unidos de Norteamérica y la Europa por la Comunidad Europea. El Canal de Panamá, aun cuando representa una obra de arte que vino a modificar las líneas de comunicaciones marítimas globales, no fue capaz de sustituir al Estrecho de Magallanes y ahí radica su importancia como el segundo paso bioceánico a nivel global y que no podrá ser amenazado, sino hasta que la realidad del calentamiento global de curso al North West Passage, en Canadá, para una ruta transoceánica a través del Polo Norte.

En este siglo XXI, el cambio de eje oceánico se ubica en el Pacífico y esa es una realidad influenciada por el ascenso de China como actor político y económico de características mundiales.

En ese contexto, el Estrecho de Magallanes ubica a Chile como un actor internacional tricontinental, siendo el vértice del triángulo América-Antártica y Asia-Pacífico. Esta condición Oceanopolítica es crucial para visualizar el potencial que “la posición” significa estratégicamente para Chile, dándole las herramientas naturales e inmanentes de proyectar su desarrollo en esos tres ambientes.

En América, Chile se ha destacado como un actor internacional relevante y muchas veces observado como un ejemplo en múltiples áreas.

De la misma manera, desde hace décadas Chile ha consolidado su desarrollo a través en una economía abierta y empleando las herramientas de los Tratados de Libre Comercio ha logrado encontrar en el Océano Pacífico sus socios comerciales más importantes, permitiendo ser un país exportador.

Esta vocación tricontinental se consolida con el rol que como política de Estado se ha asumido en la Antártica, siendo precursores en el ordenamiento internacional vigente en el continente blanco.

Cuando se intentan identificar las variables que permitirán un desarrollo país en el futuro de mediano y largo plazo, necesariamente se tiene que ponderar esta realidad geográfica y Oceanopolítica y donde, nuevamente la Región de Magallanes, su Estrecho y naturalmente la ciudad de Punta Arenas serán los catalizadores para lograr explotar el potencial antes enunciado.

La Antártica Chilena es el punto central de esta proyección y una simple, pero acertada mirada nos permitirá identificar que son, al menos, tres las claves para ese desarrollo:

  • Puerta de entrada y salida desde Punta Arenas.
  • Logística para las operaciones nacionales y para los 22 programas antárticos internacionales vigentes hoy en día y que podrían ser más en el futuro.
  • Ciencia de clase mundial en Territorio Antártico Chileno.
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La presencia de la Armada de Chile en el Territorio Antártico Chileno es fundamental en el apoyo logístico para bases chilenas y extranjeras (Crédito: Armada de Chile)

Cada una de estas claves merece ser analizada en detalle y por cierto serán numerosas las iniciativas que podrían generarse para que como país demos ese salto que nos consolide en un lugar de privilegio. En ese sentido, se estima relevante destacar algunas ideas/proyectos que durante los últimos años han estado en la discusión sectorial y que debieran configurar un portafolio integral que dé cuenta de una mirada de desarrollo de capacidades estratégicas como país, con un horizonte de 50 años hacia el futuro, evitando que la contingencia impida ver el nivel de desarrollo de largo plazo.

Para la primera variable descrita, iniciativas que potencien los terminales intermodales de pasajeros, turistas y/o científicos son una realidad en ambos extremos de la ruta Magallanes – Antártica, siendo la Base Antártica Nacional, la puerta de entrada al continente blanco y una necesidad impostergable.

Asimismo, para la segunda variable, la idea fuerza de consolidar una plataforma logística robusta en Punta Arenas es mandataria para estar en posición de ofrecer servicios de alto estándar y con una apuesta de futuro que se haga cargo de la demanda de los próximos 50 años. Por eso mismo, la necesidad de contar con instalaciones portuarias, de transferencia de carga y de reparaciones para naves logísticas, rompehielos o del ámbito turístico antártico in situ, reafirma la idea de un proyecto emblemático para Punta Arenas  como es la DÁRSENA.

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Proyección de la Fibra Óptica Austral hasta el Territorio Antártico Chileno (Crédito: Armada de Chile)

Finalmente, todo este esfuerzo de planificación estratégica tiene como objetivo, poder brindar a la Ciencia aquellos elementos de gestión para consolidar a Chile como un actor de clase mundial en este ámbito. El proyecto de un Centro Antártico Internacional es la muestra clara de esa voluntad y obviamente es importante, pero que requiere de una pieza adicional y faltante en este portafolio de capacidades estratégicas. Esto es, la necesidad de extender la Fibra Óptica Austral (FOA) desde Puerto Williams hacia Bahía Fildes en las Shetland del Sur, donde se encuentra la Base Escudero del INACH. Esta idea, que ha sido debatida en la comunidad antártica nacional durante el último tiempo, es CLAVE para consolidar un modelo científico único, incluso pudiendo ser un prestador de servicios de transferencia de datos desde el fin del mundo.

Nuestra posición geográfica y el esfuerzo nacional ya efectuado con la FOA nos deja a un paso de lograrlo y sus réditos se consolidarán definitivamente antes del  horizonte de los 50 años que hemos esbozado, siendo aquella generación que se atrevió a soñar, los que habrán dado a Chile un lugar de privilegio en este rincón del planeta donde un país de declaró tricontinental y esencialmente marítimo.

Los tres ámbitos de desarrollo y las iniciativas podrán ser variadas, las prioridades discutidas, las instancias e instrumentos de planificación diversos, pero lo más importante será no dejar de mirar al futuro con entusiasmo e intentando darle a nuestro país una ruta para su desarrollo y prosperidad a través del mar y con la Región de Magallanes y nuestro Estrecho como punto de partida.

Texto del Contralmirante Ronald Baasch Barberis, Comandante en Jefe III Zona Naval, y Francisco Sánchez Urra, Historiador.