Martes 26 de febrero de 2008
Apagando las calderas: El vapor en la Armada
Con la baja del servicio de la PFG “Almirante Condell” y la llegada de las nuevas fragatas tipo 23, “M” y “L”, la Armada de Chile terminó una época histórica en lo referente a la propulsión naval. El vapor, que desde los inicios de nuestra Armada fue la principal forma de propulsión, nos deja para siempre.
Durante casi doscientos años, el vapor fue el principal sistema propulsor de los buques de guerra de nuestra Armada. Sin embargo, hoy hay nuevos sistemas de propulsión naval en servicio, más eficientes, rápidos y efectivos, lo que se ha materializado con la llegada de las nuevas plataformas británicas y holandesas. Sin embargo, las calderas a vapor marcaron un hito de importancia capital a lo largo de los años en la Marina.
El vapor, como sistema de propulsión, está ligado a la Armada desde sus inicios. Durante la revolución industrial comenzada en Inglaterra a fines del siglo XVIII, la mejora de las máquinas a vapor conocidas trajo consigo la utilización de estos ingenios en artefactos navales, para ser utilizados como complementos a las velas. La mejora de la máquina a vapor creada por James Watt permitió que ya en 1783 un noble francés llamado Claude François, Marqués de Jouffroy d'Abbans, creara el primer navío propulsado con paletas movidas por una caldera de vapor.
En 1807, el estadounidense Robert Fulton construye el "Clermont", vapor de paletas con el que consigue remontar el río Hudson. Habría que esperar hasta 1894, en donde un ciudadano irlandés, Charles Algernon Parsons, crea la turbina a vapor, que termina por destronar para siempre a la vela como principal forma de navegar.
En Chile, el primer intento de contar con este tipo de buques fue realizado en 1817, cuando don José Antonio Álvarez Condarco, asesorado por Lord Thomas A. Cochrane, manda a construir el "Estrella Naciente" a Inglaterra. En 1822, luego de ser el primer buque de guerra a vapor en navegar por el Atlántico hasta el Pacífico, recaló a Valparaíso. Este vapor de rueda central y portas para 10 cañones, nunca fue utilizado por nuestra Marina, siendo vendido a la firma Winter & Brittain, de Buenos Aires.
Durante la segunda mitad del siglo XIX, quizás el buque a vapor más famoso fue la corbeta "Esmeralda", hundida gloriosamente en Iquique el 21 de mayo de 1879, ya que fue construida especialmente para Chile, de acuerdo al decreto firmado por el Presidente Montt, para "llenar el vacío que deja en la Marina Militar de la República, la falta de un buque a vapor, perfectamente guerrero en su construcción y armamento".
Avanzado ya el siglo XIX, comienzan a llegar a Chile grandes buques propulsados por vapor, como fueron los blindados "Blanco Encalada" y "Cochrane", ambos de destacada participación en la Guerra del Pacífico. Luego de la llegada de ambos, junto con el perfeccionamiento de la turbina a vapor, la vela en nuestro país perdió la supremacía propulsora en los navíos de línea. La llegada del crucero "Esmeralda", primer navío que dejó de utilizar la vela como sistema propulsor, marcó un hito en la Ingeniería Naval, dando un nuevo paso hacia la innovación tecnológica en nuestra Institución.
El desarrollo de la propulsión a vapor se vio incrementado por el advenimiento de la Primera Guerra Mundial, en donde los grandes acorazados fueron los principales actores de la guerra en el mar. A Chile, en 1921, llegó el acorazado "Almirante Latorre", junto con los primeros submarinos propulsados por motores diesel. El arribo del "Latorre" trajo consigo nuevos desafíos en lo referente a la propulsión, ya que las turbinas a vapor, ya perfeccionadas, traían consigo problemas técnicos y de mantención a los cuales nuestros ingenieros no estaban del todo preparados.
Sin embargo, el profesionalismo de esos esforzados marinos pudo más, logrando un extraordinario aprovechamiento de las capacidades de la nueva unidad, pudiendo contar con sus servicios hasta fines de la década del 50.
Hacia fines de la década de 1920, la Escuadra estaba compuesta por naves propulsadas principalmente por vapor. El diesel, si bien había llegado a principios del siglo, sólo era utilizado en naves menores y submarinos, incluso, existiendo buques de menor tonelaje, como la escampavía "Yáñez", que eran propulsados por antiguas máquinas recíprocas de vapor.
Después de la II Guerra Mundial
La difícil situación por la que atravesaba Chile y su inventario naval durante la década de 1930 comenzó a experimentar un alivio al término de la Segunda Guerra Mundial, por la gran disponibilidad de material que hubo como consecuencia del término de ese conflicto. Especialmente importante fue el surgimiento como nueva potencia naval de Estados Unidos, que debió desarrollar operaciones en el Pacífico de dimensiones nunca antes vistas, quedando –luego de la firma de la paz– con un gran superávit de unidades.
La primera compra que se produjo luego de terminada la guerra fue en 1946 y consistió en tres corbetas clase "Flower", de 970 toneladas. En 1947 llegaron tres fragatas de 2.200 toneladas, propulsadas por máquinas recíprocas.
La renovación de material se vio favorecida también por la división que se produjo en el mundo alrededor de las dos grandes potencias emergentes, EE.UU. y la URSS, lo que movió a Estados Unidos a establecer una alianza con los países americanos a través del Tratado Interamericano de Defensa Recíproca (TIAR), firmado en 1947 en Rio de Janeiro, y posteriormente con una serie de tratados bilaterales enmarcados en un Programa de Seguridad Mutua, que en el caso de Chile se tradujo en la firma del Pacto de Ayuda Militar de 1952.
Un factor adicional de renovación –previo a los anteriores– fue la llamada Ley de Cruceros, de 1938, promulgada para favorecer la adquisición de grandes unidades, a cuyo amparo llegaron a Chile los primeros navíos de gran envergadura posteriores al conflicto mundial, los dos cruceros clase Brooklyn, el "Prat" y el "O'Higgins", en 1952.
Estos buques, de aproximadamente 10.000 toneladas, traían incorporado uno de los más importantes adelantos tecnológicos de esa época, como era el empleo del radar para efectos de vigilancia y control de fuego, pero en cuanto a propulsión no traían novedades, ya que habían sido construidos en los años anteriores al conflicto. Eran propulsados por turbinas a vapor que accionaban cuatro ejes, con una potencia total de 100.000 HP. Contaban con una dotación de 868 personas, con capacidad adicional en la insignia.
Estos dos cruceros fueron sometidos posteriormente a un importante proceso de reacondicionamiento en los astilleros navales de Brooklyn, en 1957 y 1958, con cargo al Pacto de Ayuda Militar de 1952.
En 1962, bajo el mismo paraguas del Pacto de Ayuda Militar, llegaron a Chile los dos destructores clase "Fletcher", de 2.100 toneladas y 60.000 HP, que repusieron en la Escuadra los tradicionales nombres "Blanco Encalada" y "Cochrane". Su construcción era algo más "moderna", de 1943 y 1944, y habían participado en los últimos años de la Segunda Guerra Mundial.
Entre 1960 y 1962 se produjo una breve interrupción en la incorporación de material usado norteamericano, con la llegada de los destructores "Almirante Williams" y "Almirante Riveros", cuyo mérito fue reponer la tendencia a adquirir buques nuevos, en este caso de fabricación británica. Estas unidades cumplieron una importante etapa debido a que, después de un largo tiempo, permitieron contar nuevamente con buques construidos específicamente según los requerimientos de la Institución.
En 1966 se produjo otra interesante adquisición en Estados Unidos, los cuatro destructores escolta conocidos con la sigla APD, de 2.130 toneladas y 12.000 HP, construidos en 1942, que fueron acondicionados también como buques de apoyo a operaciones anfibias y sirvieron de manera destacada en este rol. Recibieron los nombres de "Serrano", "Orella", "Riquelme" y "Uribe".
Una excepción dentro de las compras a Estados Unidos de este periodo fue la incorporación, en 1971, del último de los grandes cruceros de la Armada de Chile, el "Latorre", fabricado en Suecia, de 9.200 toneladas de desplazamiento, planta propulsora de 90.000 HP y una dotación de 648 hombres.
Dos unidades muy similares a los "Fletcher", pero con cubierta de vuelo, los destructores clase "Summer", fueron adquiridas en 1974, recibiendo los nombres de "Ministro Portales" y "Ministro Zenteno". Estos dos buques fueron los que cerraron la etapa de compras de veteranos de la Segunda Guerra Mundial, hechas luego de ese conflicto a la Armada de Estados Unidos.
La siguiente etapa de la Escuadra fue la que antecedió de manera directa a la actual, y consistió en la clásica configuración de cuatro destructores clase "County", de 6.200 toneladas, e igual número de fragatas clase "Leander", de 2.500 toneladas.
Las dos primeras de este último tipo, la "Condell" y la "Lynch", fueron incorporadas en 1973 y 1974, recién construidas, y durante su vida operativa fueron sometidas a importantes transformaciones, como renovación de sistemas de mando y control, incorporación de misiles Exocet y Barak, y sistemas de defensa puntual Phalanx.
Las otras dos fueron la "Zenteno" y la "Baquedano", incorporadas en 1990 y 1998, respectivamente.
La adquisición de los "County" comenzó en 1982 con el "Capitán Prat", el cual fue seguido en 1984 por el "Cochrane" y en 1986 por el "Latorre", cerrándose el ciclo en 1987 con el "Blanco Encalada".
Este último buque y el "Cochrane" marcaron un importante hito en la Armada debido a su transformación a la configuración DLH en ASMAR (T), rol en el cual sirvieron hasta el término de su vida útil. Estas unidades llegaron a Chile con un sistema de propulsión COSAG (Combined Steam and Gas), que fue el antecesor directo de las modernas turbinas a gas, actualmente en servicio.