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Lunes 3 de mayo de 2021

El mar como fuente de desarrollo en la Región de Magallanes y Territorio Chileno Antártico

Comandante en Jefe de la Armada Almirante Julio Leiva Molina

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Año tras año, durante el mes de mayo, aprovechamos la oportunidad que nos brindan los medios de comunicación para transmitir una idea que se ha convertido en una convicción institucional, y que apreciamos debería ser la de todos los chilenos: somos un país constituido más que por tierra, por océano; y por ende y sin equívoco, somos una nación marítima. La angosta faja de tierra que habitamos no es más que un balcón que nos permite contemplar, junto a la majestuosidad de ese océano, nuestro destino oceánico y el potencial de desarrollo que se nos ofrece, si tenemos la voluntad para ocuparlo responsablemente.

Para algunos puede ser una coincidencia, pero para otros, puede señalar un presagio de ese destino. El 20 de octubre recién pasado, conmemoramos los 500 años de un hecho que cambiaría el devenir del mundo: mientras Magallanes navegaba por primera vez el estrecho que hoy lleva su nombre, introducía a nuestro país en las páginas de la historia, precisamente, desde una región que, alejada del poder político de la nación, está centrada en un área de inmenso e inigualable valor geopolítico, señalando el punto de confluencia de tres de los cinco océanos del planeta: el Pacífico, el Atlántico y el Antártico; adquiriendo así, y entre otros atributos, el de convertirse en la puerta de excelencia para acceder al continente helado, potencialidad ya apreciada por estadistas preclaros que se han dado al trabajo de fomentar el desarrollo de esta región.

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Un estrecho vínculo relaciona a la Armada con la Región de Magallanes y la Antártida chilena, desde que se decidiera la ocupación del Estrecho a mediados del Siglo XIX. El Capitán de Fragata Juan Williams Wilson, al mando de la goleta “Ancud”, y tras una travesía que le tomó cuatro meses por rutas aún poco exploradas, tomó posesión del Estrecho y de los territorios adyacentes a nombre del gobierno de Chile el 21 de septiembre de 1843, justo el día antes de que una expedición francesa se hiciera presente en el área con similares propósitos.

Desde ese preciso instante y hasta el presente, la Armada ha tenido una especial preocupación por la efectiva integración de la Región y sus habitantes al país; y hoy, junto con continuar las labores por mantener la seguridad en la navegación de los cientos de canales que se abren al comercio, el turismo, la pesca y la acuicultura, se suma al esfuerzo científico para resguardar las extensas áreas marinas protegidas que nos hemos dado como país, conscientes que nuestro destino marítimo requiere, antes que nada, de la preservación de la buena salud de nuestro océano.

Y la Antártica, por su parte, ha ocupado un importante rol en nuestro devenir institucional, desde mucho antes que se materializara la expedición de 1947, que dio origen a la primera base chilena en dicho continente. Hasta el día de hoy, la Armada ha mantenido una presencia permanente, velando por los intereses de nuestro país, la seguridad de la vida humana, y el apoyo a la labor científica en dicho continente; para lo cual y entre otros proyectos, trabajamos en la renovación de nuestro rompehielos, el que comenzará a prestar servicios el 2023.

Los desafíos para la región son muchos, pero creemos que el más inmediato es, con el espíritu de pioneros que los distingue, mirar el futuro persuadidos de su importante geopolítica y avanzar hacia el con paso firme, auxiliados por una recientemente Política Antártica Nacional, coherente con la Política Oceánica Nacional; sabiendo que la Armada estará presente, navegando la misma ruta y pendiente para acudir cuando y para lo que sea necesario.

El desarrollo de las enormes potencialidades que tiene la Región de Magallanes con la Antártica chilena y su conexión geográfica, están indisolublemente ligadas al mar, como lo está el resto de nuestra nación. Nos asiste el convencimiento que Chile está destinado a vivir su futuro de cara al mar, siendo el océano el único y natural camino para lograr nuestro desarrollo, para lo cual es necesario continuar aunando esfuerzos para ocupar y proteger efectivamente nuestro mar.