Patrullero Oceánico "Marinero Fuentealba" cumplió 6 años de servicios en Magallanes

Viernes 6 de noviembre de 2020

La Unidad de la Armada de Chile lleva el nombre en honor al Marinero Mario Fuentealba, único miembro de las Fuerzas Armadas en recibir dos distinciones al valor.

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El 6 de noviembre del 2014, en el muelle 360 de la Base Naval de Talcahuano, el OPV “Marinero Fuentealba”, es incorporado al servicio, ingresando al listado de unidades navales de la Armada, siendo el primer buque construido por ASMAR desde el 27 de febrero de 2010, tras el tsunami que azotó las instalaciones de la planta de Talcahuano.

Esta unidad de 1.771 toneladas de desplazamiento total, con 80,6 metros de eslora y 13 metros de manga, cuenta con capacidades oceánicas y es un sustantivo aporte en el control de los espacios marítimos, lo que se traduce en un alto desarrollo para la Tercera Zona Naval en los ámbitos de apoyo ante desastres naturales y apoyo en zonas aisladas.

Apto para navegar en aguas australes y antárticos, contribuye a los intereses nacionales en la zona austral y a los estudios científicos en estas latitudes, siendo parte de la Campaña Antártica 2020-2021. Cumple además labores de mantenimiento de señalización marítima, de control y combate de la contaminación, resguardo de la vida humana en el mar y de preservación del medio ambiente acuático.

El OPV “Marinero Fuentealba”, lleva el nombre en honor al Marinero Mario Fuentealba, único miembro de las Fuerzas Armadas en recibir dos distinciones al valor.

La primera vez que Mario Fuentealba se vio enfrentado a la íntima decisión de arriesgar la propia vida en virtud de salvar a otra persona, fue cuando en un remolcador que surcaba las agitadas aguas de la bahía de Concepción, un Sargento cayó por la borda. El Marinero Fuentealba instantáneamente se lanzó al agua para rescatarlo, sin pensar en las difíciles condiciones meteorológicas o en la oscuridad de la noche. Esta acción le valió el reconocimiento Institucional, haciéndose acreedor a la Medalla “Al Valor”, el 21 de noviembre de 1961. 

En 1965, fue destinado al patrullero “Leucotón”, que mientras se dirigía de Talcahuano a Chiloé cumpliendo con una comisión de reencendido de faros, fue sorprendido por un violento temporal, provocando el varamiento de esta nave en las traicioneras costas de la caleta “Lliuco”, al sur de Corral. Al rescate del “Leucotón” acudieron las escampavías “Janequeo” y “Cabrales”. La marejada arrojó con fuerza a la “Janequeo” contra las rocas. La tripulación del “Leucotón” veía impotente cómo sus rescatadores se encontraban atrapados.

En estas difíciles circunstancias el Comandante del “Leucotón” organizó una partida de salvamento de veinte hombres con todos los elementos necesarios para socorrer a sus compañeros. Tendieron un cable para desembarcar la patrulla, el propósito era ayudar desde tierra a los tripulantes de la “Janequeo”. Fuentealba fue el primero llegar a la costa con grandes esfuerzos.

El primero en deslizarse por el cable fue el Cabo Arturo Alvarado, quien fue alcanzado por las olas. Fuentealba se arrojó para salvarlo, en ese momento ambos fueron arrastrados por la corriente, logrando salir después de varios minutos de lucha a la ribera del río “Lliuco”. En la maniobra Fuentealba perdió el conocimiento y fue atendido por los lugareños.

Mientras tanto la “Janequeo” había desaparecido y el temporal irrumpía al máximo de su intensidad, el Marinero Fuentealba, una vez repuesto, decide poner su vida al servicio del rescate de sus compañeros. Avanzó hasta la playa vecina a la roca “Campanario”, lugar donde el mar arrojaba a los náufragos del ATF “Janequeo”. Allí socorrió al teniente Segundo Guillermo Aranda Pinochet, salvándolo tras practicarle respiración artificial. Volvió a las tormentosas aguas que provocaron la catástrofe y, entre remolinos y resaca, puso a salvo a tres más de sus camaradas. Cuando fue a rescatar a un cuarto compañero, el cabo Galvarino Contreras, a quien alcanzó a poner a salvo, una ola gigante lo cubrió, llevándoselo para siempre.

Póstumamente el 04 de noviembre de 1965, se acordó otorgarle la condecoración Medalla “Al Valor”. Sin embargo, como ya había sido distinguido con esta condecoración correspondió otorgarle la Roseta consistente en una “Estrella de  oro”, en mérito de las reiteradas demostraciones de arrojo y heroísmo. 

Para Chile, es un ejemplo y para la Armada, una inspiración para los marinos que han asumido a la Institución como la cuna y crisol de su vocación de servicio a la Patria.